Pues lo esperado 107,500, 100 gramos más que la semana pasada, era previsible, ninguna sorpresa, con días de fiesta, comidas familiares y actividad física nula, pues lo extraordinario hubiera sido perder algo de peso. Semana Santa con altibajos, buenos momentos familiares y momentos caseros en los que se nos caía el techo de casa encima, agobiantes, estresantes, aburridos y poco productivos. La cabeza no está bien, un poco desmotivada, mi equilibrio emocional sufre de nuevo en la montaña rusa, no veo horizonte, no veo más que un túnel sin salida, sin sentido si no fuera por mi familia.
La motivación en el trabajo se ha vuelto angustia, no le veo futuro, no es lo que quiero hacer, me siento desaprovechado, perdiendo el tiempo, no aguantaré ni un año así.
En lo personal me siento atado, encarcelado, si, ya lo sé, los hijos requieren dedicación, pero es todos los días lo mismo, un día y otro, y otro más, no puedes hacer planes, no disfrutas de ellos, porque por un lado son gritos de uno y lloros del otro y al final todos acabamos gritando y casi llorando, esto por lo menos tiene un fin, sé que es cuestión de meses o quizás ya semanas, es lo único que me da ánimos para sobrellevarlo. Hoy es un día para borrarlo de la mente, quizás mañana vea las cosas de otra manera, o quizás pasen un par de días más, pero estos mini periodos de depresión suelen terminar con la pregunta... que estoy haciendo con mi vida? después se pasan y remonto otra vez, pero realmente no he hecho ningún cambio en mi vida para que no me vuelvan a pasar? y al cabo de un tiempo la angustia vuelve a visitarme. No soporto el ruido ni los gritos y cuando ya no puedo más y estallo, entonces el que más grita del mundo soy yo, quiero calma, paz, poder pensar...tiempo para pensar.
Si pudiera volver atrás, cuantas cosas cambiaría...